Anochecer.

domingo, 20 de octubre de 2013

''Se quedaron solos. El uno frente al otro, sujetos en un abrazo con el que acabarían sus vidas. Inmensos en la oscuridad y el calor. Sonreían. Aunque él no dejaba de llorar. Naira lo miró:
-Nuestra historia no acaba aquí.
El agua se acercaba con toda la fuerza de los elementos.
Y se besaron, en el último e infinito beso de sus vidas.
-Te quiero. ''





Y por qué ahora que no tengo derecho a hacerlo, lo necesito más que nunca. Por qué no puedo enjuagarme las lágrima y pedirte serena que no me abandones. Por favor, que no lo hagas. Que por Dios, que estoy vacía y estoy sola y te necesito. Que no sé vivir, y que no sé morir. Que estoy temblando y tengo miedo de todo y de todos y de mí. Que no tengo ningún talento, que no tengo sentido. Que me gustaría poder arrancarme esta oscuridad que no sé de dónde nace ni desde cuándo me acompaña ni por qué demonios siempre regresa. Que necesito ayuda. Que estoy muy mal que siempre lo he estado y que siempre he necesitado ayuda porque no sé arreglarme sola. Que estoy rota y estoy sola y te necesito. Necesito que me ayudes, otra vez. Te necesito para superar esto también.
Pero no tengo derecho ninguno a pedírtelo. Porque nos va a destrozar. Porque te haría mucho daño.
Pero sola no puedo. Sola, no puedo.

Reflexión a los perdidos.

sábado, 31 de agosto de 2013

Ahora me odian, lo sé. Y al contrario de lo que pueda parecer, me importa mucho. Yo no quería romper vínculos, no quería perder esas amistades; quería conservarlo todo, pero todo no se puede. Uno tiende a pensar que todo lo que el resto de personas  que le rodean hace está, según lo considere, más o menos relacionado con ellos. Y además, cuando se trata de un comportamiento inexplicable, uno tiende irremediablemente a pensar que el otro lo hace por molestar, por herir, por joder. La explicación más plausible ante la lógica cotidiana siempre acaba siendo la de ser víctima. Es la postura más cómoda; no sólo te permite desviar el peso de la culpa y evitar asumir responsabilidades o hechos, sino que además te otorga el beneficio de poder canalizar sentimientos intensos y por lo general deplorables de manera 'justificada'.
Y yo, bueno, sólo estoy pagando los efectos de esa moral trasnochada, de esa regla implícita que parece ser que dice que todo lo que he hecho  (y sigo haciendo) era (y es) para hacer daño a alguien, y que soy despreciable por ello. Nadie se plantea los motivos, nadie se plantea el verdadero resultado, nadie se plantea nada porque nadie quiere ver nada más que lo que pretende ver en las cosas a las que mira.

Durante muchos años, yo pensé también de esta manera. Me sentí terriblemente culpable simplemente por querer lo que quería. Me sentía como violando una ley cósmica, unos remordimientos atroces me devoraban las entrañas cada vez que se atisbaba si quiera un poco la intención de olvidarme del mundo, de las reglas implícitas y explícitas y de la moral convencional y absurda, y hacerme feliz a la manera que yo consideraba que debía ser feliz. Es lo peor que he sentido nunca, sin duda alguna. Se me pasó el momento, de muchas cosas, muchas cosas que podrían haber sido maravillosas, por culpa de la culpa. Porque desde pequeños se nos dice que para alcanzar el cielo hemos de sufrir penitencia, y esa norma cristiana, extrapolada a más ámbitos del sentido común de los que podríamos creer nos hace pensar, por lo general, que lo bueno requiere esfuerzo, que nada que merezca la pena es fácil, o directamente, que debemos rechazar toda promesa de dicha, porque nuestro deber en la tierra es aguantar, es la agonía, es el dolor. Y el que no se somete al yugo de esta moral de la compensación, es crucificado. Quien no sufre pena alguna, quien consigue evadirse de ese juego de creencias del demonio, es estigmatizado.

Así me siento yo ahora. He perdido gente a la quería, me he ganado el odio de mucha a la que apreciaba, y el desprecio de expande como una enfermedad poco a poco entre la gente que me rodea al tiempo que voy haciendo cosas en pro de mi bienestar. Sólo por que, en definitiva, por fin he avanzado, y me siento genial por ello. Estoy donde quería estar, soy quien quiero ser, y tengo todo lo que podía desear.

Lo peor de ser feliz es que nadie está dispuesto a perdonártelo.

¿Qué me cabe esperar?

domingo, 28 de agosto de 2011

Porque si no podemos ser otra cosa, ni vivir de otra forma... ¿acaso cabe esperar algo?
Ni si quiera Kant tenía muy clara la respuesta a esta pregunta. Él decía que no es lo mismo vivir con esperanza que sin ella. Yo, como filósofa aprendiz de pacotilla me lo salto a la ligera, y no sé qué pensar.
No hablo de encontrar un sentido, o algo por lo que merezca la pena vivir. Hablo de qué me cabe esperar. Del nacer, crecer, reproducirse y morir. O del 'El Señor es mi Pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar'. 
¿Qué me cabe esperar? A mí. Qué hay para mí en el futuro que yo pueda querer reclamar. 
Porque ahora lo veo todo diferente, comprendo por fin esas cosas que son las que los demás piensas que les cabe esperar de la vida. Incluso he llegado a desearlas, un poco. A encontrarlas apacibles y sencillas, unas decisiones acertadas para que el trascurrir de los años 
no conlleven excesivas preocupaciones o molestias. 
Pero la insidiosa vocecilla no se calla. No se conforma. Mi reloj biológico no logra ni por asomo tumbar a esa silenciosa voluntad que sabe lo que quiere, pero no lo comparte conmigo, muy a mi pesar.
Tengo ansias de rebuscar en ese cajón desastre lleno de trastos y enredijos y ver si en algún rincón esta esa vida que es la única que quiero esperar, me quepa, o no. 

Don't turn around

martes, 26 de julio de 2011


That's all I want now. I know you're an idiot. Just a Child. Can't understand me. Can't help me at all. So I'm gonna help myself. I'll stand by you, right here. And that's how I'll feel better. You won't do anything, I promise. I won't let you do anything, 'cause may you hurt me like so many times before, like so many people before you. Just let me stay here just a little tonight. 

Pirómana de corazones

domingo, 17 de julio de 2011

Ya no. Ya nadie escribe. Ya nadie dice nada. 
No piensan, no hay pues nada que contar.
Ya no. Ya nadie escucha. Porque ya nadie dice nada.
No escuchan, no hay pues nada en qué pensar.

Espero que me quede asilo en tí. Porque todos los demás hogares, 
ya los he perdido.
Los bañé en gasolina, y los prendí de mi fuego.
Y así estoy ahora.

Carta de disculpas

domingo, 10 de julio de 2011

Lleva apeteciéndome escribir muchos días. Muchos días de inspiración, pero cruel destino, finalmente me pongo al blog hoy, que no tengo nada que decir, ni ganas. Como siempre pasa.
Supongo que estos dos últimos meses, entre exámenes, y otras redes sociales en las que me he volcado más (por ejemplo Tumblr, que se ha convertido en un buen reflejo de lo que soy yo), toda mi producción de blog se ha paralizado. Tampoco es que tenga nada importante/interesante que decir.
Pero sí que me hubiese gustado desahogar aquí todas las cosas que me inspiraron mis últimos días de clases, todas las reflexiones sobre los libros que he leído en el curso. También, escribir algún que otro agradecimiento a aquellos incombustibles de mi vida que siempre están ahí para darme aliento. Expresar de vez en cuando mis alegrías y tristezas, cómo me va en esto de vivir. O simplemente, ¡diarrea mental! Escribir lo que venga, por mucho que carezca de sentido.
Este blog nunca ha sido un diario, ni he pretendido que lo sea. Y me jode estar escribiendo esto que no es más que un recorte de diario. ¡Joder! Que a mí me gusta hablar de una sola cosa, por impreciso que a veces sea el tema, y aunque sean mil formas las que mezcle para expresarme.
Pero esta es mi carta de disculpas. A mi propio blog, por tenerle tanto tiempo abandonado.
Sabes que yo prometo, pero nunca cumplo, así que no te diré que a partir de ahora te trataré como te mereces. Sólo perdóname. Sé que puedes. Sabes que te necesito.

Coconut

viernes, 29 de abril de 2011

Es curioso. Hace un momento habría dicho: 'Qué sola me siento'.
Pero realmente, no me siento sola. porque desde aquí, nada me parece real. 

He pensado y he sentido tantas cosas diferentes en esta hora que llevo despierta, que ahora que me pongo a intentar escribir para descargarme al más puro estilo Gehlen, no me sale nada. Pero en absoluto.

Y aquí estoy yo, conmigo misma. Y como siempre, todo lo que nace en mí morirá en mí, sin más.
Sólo puedo decir una cosa: 'No vale escucharlo tan bajo que no de dolor de cabeza.'


He aparecido de repente,
como en el silencio en un pueblo que no conozco,
entro a una cafetería, pillo sitio
y me pongo a mirar a mi alrededor:
una pareja besándose, desafiando al mundo,
succionando vida,
inflando beso a beso su amor,
hasta que apenas dejan sitio para los demás
así me pongo a mirar a la televisión...

Aunque las noticias,
todas o casi todas las noticias
les enseñan los dientes a la
felicidad, la escasa felicidad:
Sanz dice que no al euskera
tres palestinos al hoyo, gol del real Madrid,
arma tiro pum, detenidos atados en cualquier
parte y me pregunto qué es esto
si vivir o permanecer vivo, vivir
o permanecer vivo, sobrevivir sin ti

La gente ríe de vez en cuando
cada cual se guarda sus miedos
para sí mismo
somos así
ansiedad, un pozo profundo, no
es nada bueno lo que siento
a veces, a menudo, demasiadas veces,
con mucha frecuencia
me doy cuenta de que no estoy bien
camarero: un café; sólo y doble
esta noche no quiero tener sueños...

Basta ya, no quiero parecer
demasiado oscuro sólo quiero levantar el ancla y
salir al mundo exterior
pero me cuesta, sí
y no hablo de arrepentimientos
ni de culpas
es que tengo varias heridas aún
abiertas
eso es todo, perdona.

Quisiera cambiarte mis poemas
por aquella novela que
escribiste una vez,
para saber de una vez por todas
qué es lo que hacías
mientras yo estaba sufriendo.

Deseo que seas tan feliz como pareces.