Plum

martes, 19 de enero de 2010

Azul oscura, como un día nubloso. O como la ceguera transitoria.

Ahora no alcanzo a comprender porqué cuando todo está tan claro, yo lo veo tan oscuro. 

Siempre hay tiempos mejores y peores. Épocas de nuestras vidas más felices que otras. 
Y aunque tanto afirme que yo no busco estabilidad en mi vida, persigo, al menos, un mínimo de seguridad.

No sé qué más decir. Es que está tan claro... Que es imposible. Es un hecho tangible prácticamente, es realidad pura y dura. Y como todo en lo que creo en esta vida, como los ideales depositarios de mi fe, puede que con tiempo cambien. Que paulatinamente se vaya acercando a mí, para rozarlo con los dedos primero, y acabar estrechando a ese sueño entre mis brazos.

Pero en esta cuenta atrás, cada día más es un día menos en cuanto a posibilidades se refiere. Quizás, no, estoy segura de que gran parte de la culpa es mía, por haberme decidido tarde, pero las paredes se juntan vertiginosamente y cada vez es más estrecho el haz de luz que indica que las puertas del corazón se cierran, con un dolor más que amargo por haberse ilusionado con palabras y haberse recreado en fantasias cuya miel nunca llegará a probar.

Y puede llegar ser. Pero ahora mismo no es.
Y lo que es, es, y lo que no es, no es.





Y entonces ocurrió algo. Me solté. Me sumí en el olvido, oscuro, silencioso y completo.
 
 

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