Root mango

lunes, 24 de mayo de 2010

Say goodbye, as we dance with the devil tonigh.

No soy dueña de nada
mucho menos podría serlo de alguien.
No deberías temer
cuando estrangulo tu sexo,
no pienso darte hijos ni anillos ni promesas.
Toda la tierra que tengo la llevo en los zapatos.
Mi casa es este cuerpo que parece una mujer,
no necesito más paredes y adentro tengo
mucho espacio:
ese desierto negro que tanto te asusta.

____________________________  Miriam Reyes.  

Quizás esta noche si estoy algo más catolíca, dedicaré unas palabras más.
Por ahora, bastará con esta fiel definición de mí

Caramel

domingo, 16 de mayo de 2010

¿De verdad crees que se puede parar?
Si sabes dónde está ese interruptor, apágalo. Porque mi pecho está ardiendo... y temo que este fuego vaya a consumirme entera.

Chocolate

sábado, 8 de mayo de 2010

Porque sois dulces, muy dulces, lo más dulce de mi vida :)

Bien es sabido, y si no, lo hago público ahora, que llevo muchisimo tiempo en busca de las palabras adecuadas para hacer una entrada en honor de dos chicas a las que profeso un cariño especial. Desgraciadamente, aún no las he encontrado. Y eso que ahora sería el momento más adecuado.

Pero bueno, a pesar de todo, lo intentaré.

Siempre me ha asqueado este mundo, y eso no es un misterio para nadie. Odio todo lo que se puede odiar y me declaré ya en su día 'antitodo'. Aunque para resultar más efectiva, a veces me especialice, como aquellos que me coonoces saben, por ejemplo en política o religión. Todo aquello que sea constructo del hombre es depositario de mi más profunda aversión. Y en algunas ocasiones, mis afirmaciones puedes parecer hipócritas, pero tengo buenos argumentos y firmes convicciones con las que combatir esas acusaciones.
Más de una vez me he sentido avergonzada de haber nacido. De pertenecer a la clase humana. Porque creo que somos lo peor que ha podido ocurrirle a este mundo, y lo peor que le ocurre y le ocurrirá jamás. Y no sólo eso, somos además perjudiciales para nosotros mismos. Muchas veces he perdido la fe y la esperanza en la humanidad.

Pero en días como hoy, no puedo más que sonreír. Porque en realidad, confiar en el hombre y luchar por ser mejores, es mi bien más preciado, y me encanta sentirlo papiltando dentro de mí. Y gracias a gente como vosotras, eso es posible.
Nunca podría alcanzar a agradeceos todo lo que hacéis por mi. Siempre veláis por mi bien, celebrando conmigo las victorias, lo mismo que las derrotas. Para todo; desde las veces en las que necesito un hombro para recostarme porque estoy 'pachorring', hasta cuando necesito serio consejo espiritual. Habéis estado ahí desde que tengo uso de razón (y me refiero literalmente, a la adolescencia), como se suele decir, como las estrellas: viéndose cuando es de noche, pero también ahí cuando es de día. Por eso quizás, porque siempre estáis, no os hago el tratamiento especial que se debiera. Ójala pudiera cada día demostraos lo importantes que sois para mí, y trataos como unas reinas. Pero para mi desgracia, soy una persona torpe y despistada, que se deja fácilmente llevar por banalidades y olvida con demasiada frecuencia lo que es realmente trascendental a su existencia. Lo siento de todo corazón.
Pero no sólo es esto.
Nunca podría llegar a expresar ni una milésima parte de lo que siento por vosotras. Ya no es sólo lo que hacéis por mí o como sois conmigo, es los sentimientos que yo os guardo. Podría decir que me habéis enseñado lo que es la amistad; es cierto, pero me quedaría corta. Podría decir que he llegado hasta a sentir amor; pero el amor con frecuencia cae en pasión, y este no es un sentimiento digno de nuestra relación.
Si tuviera que expresarlo, sería un sentimiento 'blanco'. El más puro, el más auténtico; que no puede ser quebrado con un mal momento, o que no puede ser borrado con el paso del tiempo. Simple, imperecedero, maravilloso.

Ana, Pochi, no miento si digo que os quiero más que a mi propia vida. No exagero un ápice si afirmo que sois lo más importante que tengo, porque verdaderamente, para mí, estáis sobre todas las cosas, porque la familia es algo que no se escoge, y los amores vienen y van; y esto hace que lo 'nuestro' sea incomparable al resto.
Y ya, para finalizar, me permitiré una divagación tonta. Ójala (y lo digo porque tal y como concibo esto que voy a poner, no es posible, hoy en dia) y pudiésemos vivir siempre juntas, sólo nosotras tres, aunque con nuestras vidas independientes pero siempre unidas en presencia y compartiendo nuestros días. Es algo que deseo mucho, porque si esto ocurriese así, tendría la certeza de que sería por siempre feliz. ^^

Pero si no es posible en presencia, al menos que sepáis, que en esencia, al menos por mi parte, estaremos siempre siempre juntas.
Que soy vuestra humilde amiga y compañera. Y que aquí me teneís para lo que sea. Que gracias por aguantarme y perdón si no sé dar cariño, el que os mereceis, de forma más espontánea o si no tengo las palabras correctas en el momento adecuado. Sólo soy una mujer, y como persona, erro y tengo mis defectos.
Pero gracias por estar conmigo, y ser parte de mi perfección.

Os quiero muchisimo!


Sé que no me he expresado como pretendía. Bah, son las 2:30, bastante he dado de sí xD

Esta entrada se corresponde a la tarde del 7 de mayo

Crushed Pineapple

Y Alice despertó del sueño.

O simplemente regresó de una realidad a otra, aún no estaba segura. El País de Las Marasvillas no podía haber sido un simple espejismo onírico. Ella había sentido de verdad. Curiosidad, intentando descubrir qué era aquello; frustración, cuando se encontraba perdida; alegría, sobre todo a la hora del té, en ocasiones miedo, cuando pensaba que faltaba poco para que su cabecita dejase de ser sustentada por sus hombros...
Entre otras muchas cosas, por supuesto.

Pero ¿y las personas que allí había conocido? ¿Existían ellas?
Tras pensarlo, concluyó que sí, pues fue una de ellas la que la sacó de golpe de aquel mundo.

Al principio Alice se sintió terriblemente confusa. Sentía como si le hubiesen arrancado un órgano vital, la ilusión. No era la primera vez que esto ocurría, tan desorientada como estaba, fue un golpe crítico a su esperanza. Y de esta forma, entraron la tristeza y la impotencia, y el dolor se hizo el rey del lugar, ocupando el trono del corazón de la muchacha.
Como siempre, volvió a sonar la dulce melodía del cristal haciéndose añicos por el suelo. Todo alrededor suyo se tornaba oscuro. Alice estaba preparada para sumirse en la profunda depresión.

Sólo que esta vez, algo fue distinto. 

Alice miró al suelo, y sonrió timidamente. Lo hizo porque por fin estaba decidida a mirar al frente.
No iba a huir más. No iba a esconderse más. Ya no podía volver a Wonderland; había sido desterrada vilmente de aquel lugar. Pero ella ya no quería volver. Ya había recibido de las esperiencias allí vividas todo lo que necesitaba, había conocido la moraleja.

Tenía que enfrentarse cara a cara a sus problemas. Dejar de evadirlos, y asumir responsabilidades.

Por primera vez en la vida, me da igual si voy a perder o ganar.
No me importa en absoluto el qué pasará.
No voy a volver a dejarme coaccionar por el miedo nunca más. 
Voy a hacer las cosas bien, aunque ya sea tarde.
Pienso enmendar mis errores, y no evadir mis problemas.
Seré sincera de una vez, a todas sus consecuencias.

Y lo que tenga que ser, será.
 





















Esta entrada correspondería a la noche del 4 de Mayo.

Orange Sherbet

lunes, 3 de mayo de 2010

Interesante mujer Fedra, y majestuoso el parecido que guardo con ella. 


Monólogo de Fedra, por Unamuno.
(Que no es la tragedia auténtica griega sobre esta mujer, pero se las arregla maravillosamente.)


(Fedra está semitumbada a cierta distancia de una sombra inmóvil que se intuye, y que es la de Eustaquia. En algunos momentos, Fedra se dirigirá a ella, en otros la rechazará o simplemente hablará para sí.)

Ya veo acabarse esta tortura… No podía vivir más. Había creado un infierno. (Se incorpora.) Los dos enfrentados… Yo sé que ahora vendrá (Convulsa.) Pedro consentirá que venga a darme el último beso. Y él… ¿me perdonará? Vendrá… y ahora no quiero morir porque va a venir. (Crece en su inquietud.) Quiero estar con él, vivir con él, juntos… (Sobre la frase se irá derrumbando.) No en su cuarto, sobre su cama, donde he llorado su ausencia.  
(Pausa. Cambia a un tono grave de voz. Reflexiva.) El diablo te empuja, te envuelve y te hace gozar con tu desgracia. ¿Qué hacías tú llorando sobre el lecho vacío de tu hijo…? (Tras una pausa, nerviosa, mientras se retuerce los dedos de las manos.) No, el diablo me observa. Un diablo vigilante, al acecho, un diablo de la guarda… y yo le reconocí inmediatamente. (Suelta sus manos y se pone en pie.) Es ese terrible Marcelo. Me atravesaba con su mirada, lo sabía todo desde el principio, y jugaba a arrebatarme a mi hijo y a entregárselo… Hipólito. (Avanza con la mirada fija en la sombra de Eustaquia.) Y jugaba conmigo, con todos. Pero ahora ha terminado su juego. (Sin dejar de mirarla comienza a retroceder hasta dejarse caer sentada al final de la frase.) Un juego que yo sé, Eustaquia, conocías desde siempre, desde el principio del tiempo.  
(Tras una pausa deja caer su cuerpo.) Todo termina, Eustaquia…, y me corresponde a mí acabar la partida, con una última carta que pondré sobre la mesa… (Deja correr las manos sobre su rostro y cuello.) ¡Pero sólo cuando me lleve su beso, su último beso! Y esta carta que rompe el juego se la darás a Pedro. (Se incorpora.) ¿Lo prometes, lo juras Eustaquia?
(Con la mirada perdida, su voz se debilita y su forma de decir adquiere un tono infantil. Suenan acompañando al texto las notas agudas de un piano que describen la melodía obsesiva de una caja de música.)
 

Sólo así podré ser perdonada. Necesito que me perdonen. He sido una chiquilla… como una niña. Y quiero, Eustaquia, que todo sea como en mi niñez en aquel colegio de monjas. Y siento que me estoy haciendo niña… una niña que se ha portado mal… Y si me arrepiento se podrán abrazar padre e hijo sobre mi recuerdo…; e iré al cielo que imaginaba de colores azules y blancos…, y cuando llegue allí me mirarán todos, me rodearán lentamente…, y vendrá la Virgen y su Hijo… (Tras una breve pausa su voz se torna grave, y se pregunta extrañada.) ¿Mi hijo?... y me perdonarán todo, todo… (Otra vez una breve pausa. Su voz se va quebrando.) … hasta mi último crimen, el de mi muerte.

(A partir de esa frase se establece un diálogo entre las dos Fedras.)
Pero esto que has hecho Fedra es un pecado muy grande.
¡Es un sacrificio!...
Sacrificio hubiera sido decir la verdad, toda la verdad…
Sin muerte no hay sacrificio…
Pero la muerte es de Dios…
¡Dios me la ha mandado!...
Eso es una blasfemia, Fedra

(Se levanta y avanza lentamente hacia la embocadura con la mirada cada vez más perdida.)

Él, el Hijo, se dejó también matar. Me perdonará… ¿verdad? Tengo mucho frío, Eustaquia, y se me cierran los ojos… Sólo veo colores azules y blancos… los del cielo. Llévame a la cama, Eustaquia, llévame. Pero antes de dormirme vendrá a darme el último beso, ¿verdad? Vendrá Hipólito y me dará un beso…
[...]
Esa clase de mujer que se las arregla para quedarse absolutamente sola por culpa de sus fervientes deseos y sus estúpidos caprichos. 
Esta clase de cosas que ocurren por renegar de la venerable Artemis.


Alice, tienes que aprender a dejar de evadir tus responsabilidades. 
Enfréntate a los problemas de cara. Responde. Dilo...
 ¡Dilo!