Red Apple '

martes, 31 de agosto de 2010

Dolor. Dolor. Dolor intenso. Dolor. Dolor punzante. Dolor. Dolor. No hay tregua.
Odio ser un semi dios, y estar supeditada a la existencia del otro semi, que vive tan apacible mientras yo sufro.Total aversión a todos estos atributos que nadie puso con mi consentimiento. Me da asco estar anclada a la realidad de esta forma. Por eso entiendo que todos los grandes filósofos fuesen varones. ¿Cómo podría yo pensar en utopías, si el carmesí de la sangre me recuerda siempre el componente cruel e injusto de la vida?

02

sábado, 21 de agosto de 2010

Buenas días, tardes o noches:
Mi cordial saludo a los presentes, y un aplauso a los ausentes. Escribo esta carta con motivo de no haberlo. No hay ni razones ni excusas. Ni vencedores, ni vencidos. Sólo una serie de catastróficas desdichas que han esparcido mis vísceras por todos lados, ensuciando mi ropa, mi piso, y mi esperanza.
Y es que me han asesinado. Sin ni siquiera darme a tiempo a prepararme mejor entierro que estas palabras.
Empecemos por el principio del final.
Todo comenzó cuando unos estúpidos me vendieron una cama defectuosa.  Me dijeron que al módico precio de mi voluntad, yo sería capaz todos los días de soñar con libertad, cualquier cosa que se me antojase. Que en ellos podría hacer todo lo que me apeteciese. Viviría aventuras descabelladas, y vería mundos maravillosos. No necesitaron muchos argumentos más para convencerme. Yo era joven, y pensaba aún que el cielo y la vida eran azules.
Así que la compré. Y me vendí.
Y aunque al principio era guay toda la historia esa de soñar, el somier no duró más de un par de semanas. La almohada se volvió dura como la piedra. Y el colchón arenas movedizas. Descubrí que sin voluntad, sólo podía soñar lo que otros ya habían soñado. Y peor aún, que ni siquiera había sueños que tener. Que todos los caminos estaban escritos. No por un destino, sino por los Señores de la Inmoviliaria. Podías elegir entre el 'amplio' (suficientemente amplio como para que la gente que no era dada a abrir los ojos creyese que en realidad la cama se la había regalado, y no había pagado nada por ella) abanico que ellos te ofrecían. Pero si querías algo más, nunca lo conseguirías. Porque lo especial, la libertad de hacer lo que de verdad quisieras, ya no la tenías.
La habías vendido.

Con el tiempo, otro catálogo llegó a mi casa. Me ofrecían una lámpara. Alardeaban que con ella podría iluminar mi piso cuando cayese la noche. Podría ver muchas más cosas de las que había visto hasta ahora. Una lámpara ya no era un mueble rudimentario como la cama que me habían vendido hace meses: era progreso, ciencia. Y al mismo tiempo, era también una luz que guiaría mis pasos si no sabía por donde ir. Que no tendría que temer más la oscuridad: era Dios.  Y el precio a pagar, mínimo, ¡baratísimo! Mi inteligencia.
Así que la compré, y me vendí.
Al principio estaba bien eso de la comodidad. No tener que tambalearme entre la oscuridad, y llegar a los sitios a base de golpes, sino fácilmente presionando un botón, por arte de magia, por arte de 'otros'. Pero pronto descubrí que era lámpara nunca se apagaba. Que fuese de día o de noche, vertía su luz cegadora sobre mí. Que en el momento en que dejé entrar la luz en mi vida, perdí mis tinieblas de hombre. Que los Señores de la Inmoviliaria lo harían todo por mí, me lo darían todo masticado. Pero yo ya no podría masticar por mí misma nunca más. Podía creer en una cosa, o en la otra, pero en el fondo, las dos eran lo mismo. Las dos caras de una moneda. Las dos caras de la misma cosa.

Y así, sin voluntad ni inteligencia, empecé a ser más un muñeco que una mujer.


[No me encuentro tan inspirada como anoche. Así que ya continuaré esta carta a nadie, cuando convenga. Y todo el que se acerque sabrá porque morí, y quién me mato.]

Red Apple.

martes, 17 de agosto de 2010

Ójala tuviera un EVA rojo.
Sería todo lo que necesito ahora mismo.

Pear

martes, 10 de agosto de 2010

No sé cómo empezar esto. Menos aún sé cómo vaya a acabarlo.
Lo más importante a tener en cuenta: Este texto puede necesitar de doblepensar  (esto para aquellos que hayan leído a Orwell y sepan de la neolengua) /Se sucederán una seríe de contradicciones encadenadas; desde el momento en el que se empiece a no poder comprenderlas, sugiero el cese de la lectura, pues lo único que se sacará en claro de este texto será un dolor de cabeza.
Probablemente, muchas de las cosas que voy a poner a continúación sean malinterpretadas. Casi seguramente, algunas se considerarán hirientes, de ser ésto leído por personas cercanas a mí. Por eso hago incapié aquí, ya en este punto de inicio, de que realmente yo no las siento así, no van cargadas de esa intención. Simplemente, voy a hablar de mí. De las cosas en las que pienso. De cómo me va en esto de vivir, y qué acaece a mi existencia en este momento. 
No pretendo que nadie me entienda. De hecho, sé que nadie puede hacerlo. Y deseo que nadie lo haga, en parte. Más que nada, porque comprender alguna de las cosas que voy a poner aquí, significa que el espíritu (esta palabra desligada de cualquier connotación) de la persona que lo comprenda, pasa por la misma triste y difunta, incompleta existencia. 
¿Por qué lo escribo, entonces? Hay varios motivos, pero todos me huelen a excusa realmente. 
Puedo decir que escribiendo mis pensamientos siento que los materializo, y por ende, que los hago una realidad en sí misma. Esta realidad la creo para no sentirme en una niebla contínua, a manera de un faro que me guíe en mi tempestad interior. Y la luz hace que me sienta un poco menos sola. Aún a sabiendas de que estoy sola, sin excusas. También podría decir que lo hago, porque en un recobeco de mí, aún queda la esperanza de que fortuitamente alguien encuentre este texto, y pueda proporcionarme, o las respuestas que busco (el camino fácil), o comprensión (he aquí la primera contradicción, remítase un párrafo arriba), o una visión nueva, ya se manifieste en crítica constructiva o en el insulto más rudo, sobre todo aquello de lo que voy a hablar (por ésto último siento preferencia, pues nada me gustaría más que alguien fuese capaz de destruir los afilados esquemas que cada vez se hacen más nítidos dentro de mí, y me causan esta contínua 'hemorragia interna' que me hace sentir la necesidad de expresarme). O quizás simplemente lo escribo por escribir. Porque soy un niña estúpida que se cree especial y quiere darse importancia haciéndolo patente. No sé cómo explicar mejor este último punto, mis disculpas. Añadir que yo sé que esto no es así. Pero si algo me ha quedado claro desde anoche, es que la locura no es la 'minoría de uno', pero tampoco la cordura lo es.

Así que, concluyendo esta demasiado extensa introducción, diré: Escribo para quién quiera leer. Nada más. Hablo siempre desde mi punto de vista, asumiento todas las consecuencias de éste. Y que no se esperen conclusiones. Sólo preguntas, e inconcluencias/incongruencias.

Anoche, como tantas otras, el final de una lectura me evocó pensamientos nuevos y sentimientos varios respecto a ellos. La lectura, a saber, 1984, de George Orwell, uno de mis escritores favoritos. Me disponía a hacer una crítica del libro, o a desarrollar el texto que tengo en mente haciendo referencias al libro, pero comprendo que no todo el mundo es dado al placer de la lectura, o incluso aquellos que lo hagan, igual no han tenido el gusto con este libro.  Aunque igualmente me parece de mal gusto no hacer mención alguna, para aquellos que sí que lo hayan leído: 

[SPOILER] Aún me siento 'vacía' de eso que O'Brien me ha ido drenando conforme se sucedía el interrogatorio. No he disfrutado el libro. Me ha angustiado horrores. De ello, concluyo: El libro es magnífico. Nunca ninguna otra redacción me había parecido tan real ni había golpeado tan fuerte mi intelecto. Verdaderamente, no he salido más fuerte al acabar la lectura, con mis ideales reafirmados y sintiéndome más yo. Todo lo contrario, me he deshecho como un azucarillo en una taza de café. He sido Winston durante toda la lectura, con una excepción. Al acabar, yo no amé al Gran Hermano. Aunque ahora me pregunto si verdaderamente no lo hubiera hecho con el incentivo del dolor físico. Un dolor físico real. ¿Pero qué es lo real? [SPOILER]

¿Tan maleable es realmente todo? ¿Puede existir algo realmente
Ahora mismo, odio esa palabra. Real
Y también pienso que me falta mucha metafísica para poder expresar lo que está por venir.
Y también que ójala tuviera alguien con quien conversar de esto, y pudiera ahorrarme toda esta parrafada. Me haría sentir mejor.

Si de algo me ha servido mi año en psicología, es para afirmar, totalmente segura y consciente de que es verdad, de que el hombre no puede fiarse ni de sí mismo. Es tremendamente maleable, tanto a nivel físico como psicologíco, y muchas veces éstos dos niveles interactuando a la vez y afectándose mutuamente. El ser humano es basura. No vale para nada. No es nadie. No puede estar nunca seguro de nada, ni siquiera de que por pensar, existe (siento saltarle tan a la ligera Descartes, pido perdón de ante mano pues soy joven e inexperta). Si me preguntas si me siento viva, diré que estoy viva. Si me preguntas si soy real, no sabré contestarte. Soy algo físico, me puedo palpar, igual que puedo golpear ahora mismo la mesa de mi escritorio, que también es física. Pero no soy igual que la mesa de mi escritorio. Tengo conciencia. ¿Eso me hace más física o menos física? ¿Si me siento menos física, es porque quizás no soy real? 
O entrando en un punto mucho más interesante, que ya traté muy de pasada en otra actualización: ¿Soy real porque estoy en la conciencia de los demás? ¿Si el resto del mundo se pusiese de acuerdo para negar documentalmente y mentalmente mi existencia, existiría yo? Porque a todo esto, para mí hay una gran diferencia entre estar vivo, y existir. Y no sabría explicar ésto, lo siento; no al menos por escrito. 1984 me ha reafirmado en mi ya habitual creencia de que quien controla el presente, controla el pasado, y quien controla el pasado, controla el futuro. Aunque soy consciente de que las conclusiones de un libro ficticio no pueden extrapolarse así como así y aplicarse a la vida contemporánea. En mi vida corriente, sólo tengo la sensación a medias de vivir una mentira. Creo que hay las mismas posibilidades de que todo sea una mentira, de que lo que vea es realmente lo que hay. No soy capaz aún de resolver este enigma que es la sociedad, o la conciencia colectiva, o la Historia. 
Me suenan campanas, es decir, tengo ya más o menos idea de estos conceptos; tengo mis creencias al respecto, pero de momento, y hasta que sepa más, dejaré el tema correr. Volvamos al punto de la frase en cursiva. Si el hombre individual, la conciencia individual, tenemos la certeza de que es maleable, sería lógico concluir que el cómputo total de individuos, la conciencia colectiva, también lo sea. Y como expone el libro, que el poder, quien lo tiene, sea aquél que puede moldear más que ningún otro la conciencia. ¿Es lo mismo poder que voluntad, o son contrarios irreconciliables? ¿Es lo mismo conciencia que voluntad? A mi parecer, aunque a veces coincidan, no es lo mismo. Tampoco sabría explicar esto muy bien. Probaré un ejemplo: Una persona ve un cardo. Es consciente de que si lo toca, se pinchará. Aún así, si por vayasé a saber qué causas, su voluntad es tocarlo, lo tocará. 
O esa fue mi experiencia, al menos. Ese ejemplo es un dato autobiográfico, aunque sea cómico. Mi causa, ¿sabéis cuál fue? La de simplemente querer tocar un cardo para saber por mi experiencia, y no por conocimientos que me habían sido dados, que es verdad la afirmación de que los cardos pinchan. 
Consciencia, voluntad, conocimiento, experiencia... si es que siento que todo se da la mano, pero no sé cómo enlazarlo en absoluto. 
Me falta mucho por aprender, y soy consciente. Mi voluntad es, sin duda alguna, adquirir conocimiento. De todas las formas humanas posibles. A saber, entre ellas, el conocimiento que se adquiere por la experiencia.
Vaya una vuelta absurda a mi año de psicología. Igual me he equivocado de carrera, y es lo mío, y no la filosofía. No, realmente no creo eso. Zanjemos este asunto, por ahora. No estoy diciendo nada de lo que realmente he reflexionado esta noche, por absoluto me estoy dedicando a divagar. Pero es curioso. Ha desaparecido el 'vacío' que sentía antes de ponerme a escribir. ¿Será que es verdad lo que creo de que sólo pensar 'me llena'?

Salgo de toda divagación. Y por si a alguien le interesa (o no), voy a hablar de mí.
Creo que sólo Kafka (y lo pienso por sus libros) podría acercarse a entenderme al 80%, el porcentaje más alto que creo que alguien ajeno a mí puede llegar a compernderme. Pero en mi realidad contemporánea, me siento como si no hubiese nadie que llegase al 50%. Y la culpa no es de nadie, ni mía, ni del resto. Ni siquiera de las circunstancias. A todo esto, con comprender, para ser más precisa, me refiero a empatizar conmigo. Una persona capaz de sentir como yo siento y de saber y entender cómo y lo que pienso, aunque ella por su parte lo haga de una forma distinta. Que no sé si será porque este pueblo es tan pequeño y realmente hay muchos como yo fuera y vivo ignorante. 
Hay personas con las que me siento bien y agusto, superando este obstáculo de la comprensión, una persona con la que en ocasiones me siento comprendida al 70%... Toda regla tienes sus excepciones, por supuesto. Pero por lo general, me siento tan sola...
Y no estoy sola. Sé que hay gente que me rodea que me quiere. Personas a las que les importo (por las que dije aquello de que quizás esto puede resultar hiriente). Lo sé, y lo siento. ¿Hasta qué punto es importante para mí?
Me gustaría llorar cuando pienso en esto, pero no puedo. Es como si estuviese hecha de cartón y celofán en vez de de carne y hueso. Como si yo no perteneciese al género humano. Miro a mi alrededor, y me encuentro a mí misma rara. No tengo los anhelos que el resto de la gente tiene, al menos en cuanto a previsión de futuro se refiere. Es más, en mí, no existe el futuro. Mis miedos, o son puramente instintivos, de animal, o puramente intelectuales. Nada de sentimientos en ninguno de ellos. 
Me veo distinta a los demás. Los sentimientos no ocupan un lugar importante en mi vida. Ni cortan ni pinchan en mis decisiones. No puedo dejar de pensar con la cabeza. No puede imponerse en mi la dictadura del corazón ni tras tantas rebeliones. No sé dónde encajo en la existencia.
Nosotros somos los muertos. Yo soy la muerta. El futuro es de ellos. Del resto.
De los que sí están hechos para la vida.













 

Sweetcorn

viernes, 6 de agosto de 2010

''Si este es el precio que debo de pagar por haberlo amado, no hay nada en toda mi vida que me haya salido más barato.''


 No quiero dejar de ver sus ojos en la vida. Pero si tengo que dar la vida por ver sus ojos, no dudaré.

Que no aparte la mirada nunca de mí. Esos ojos que mueven mi sangre.
Es lo único que pido.

Bitter sweet

domingo, 1 de agosto de 2010




Me encantaría comerte. En el sentido más literal de la palabra.
Creo que es el impulso más animal y primitivo que nunca en mi vida he sentido. Sin ningún tipo de aderezo, nada de preparación. Despojado de cualquier seña de civilización, pudor o compostura. Al natural, como me gustan a mí las cosas. 
¿El festín? En un claro de bosque, no estaría mal. Qué mejor mesa que la hierba. ¿Acaso mejores adornos que las flores? Y por cubiertos, mis dos manos, y mi boca. No necesito más. Y una vez todo servido, simplemente, disfrutar del mejor manjar que el mundo podría nunca brindarme.
Poco a poco, devorarte en un frenesí de deseo. Trocito a trocito, llendo desde las partes menos importantes, digamos mejor más prescindibles, a las más codiciadas al final. Aplicarme para no dejar ni un resto, ni un resto de tí.
Comerte entero, incluso el corazón. Para no dejar nada de tí.

[---]

Eres una necesidad vital más para mí. 
Mi alimento, lo más preciado. Gracias a lo que me mantengo viva día tras día. Haría lo que fuese por conseguirte, y te protegería de todo aquel que pretendiese robárteme. Es instintiva la necesidad que tengo de tí. Puramente animal; este deseo, el último vestigio de que aún soy un ser humano. De que aún albergo sentimientos.
Pero al fin y a la postre, y nunca mejor dicho, la comida está para comérsela.
Disfrutaría inmensamente mientras te tuviese en mi boca. Cada bocado sabría a gloria. Pero llegaría un momento, que te acabarías. No quedaría nada de tí. De nada valdría lamentarse por haber acabado contigo. No podría tener más, porque no hay más como tú. De no comerte, te habrías estropeado, ¿cómo no aprobecharte?
Y ¿quién en su sano juicio de aventuraría a dejar un trocito de tí para después? Alguien podría robarte. Y probarte. Y eso nunca. Eres mío, y de nadie más.  
Por eso mejor acabar contigo cuanto antes. Para saber que sólo fuiste mío, porque sólo yo te disfruté.
Que aún no habiendo sido un banquete eterno, sacié esta necesidad.
De pasión. De cariño. De celos. Y de tanto amor.


En el fondo, lo que pasa, es que lo que a ella le duele es que tiene miedo de perderte.  Sabe que ha hecho muchas cosas mal y las acepta, tampoco piensa en enmendarse, porque sabe que sería inútil.
Se siente torpe y no sabe cómo tratarte para complacerte, para hacerte feliz.
Complejo de inferioridad, le llaman.