Lemon

jueves, 8 de julio de 2010

 La fe es algo curioso.

Aun a sabiendas que no puedes esperar nada, lo ofreces todo. La fe pone cosas inalcanzables e imposibles, probablemente incluso inexistentes, al alcance de la mano. Pero las hace parecer tan reales como el suelo que pisas. Realmente, cuando tienes fe, crees todas esas cosas inverosímiles, aun sin poderlas ver.
Constantemente, tanto la fe como el fiel (la primera a modo de aliciente, el segundo a manera de penitencia), prometen y prometen una y otra vez las mismas cosas, aún bajo sospecha de que aquello que jura y prejura, pueda ser puesto en práctica o cumplido algún día. 
Pero eso no le importa al creyente, porque tiene fe.
(He aquí el punto de inflexión.)
Y tener fe implica no necesitar ninguna razón para creer.  Toda la parafernalia y el despliegue de atractivas promesas y de grandes palabras de la fe, sobran para el fiel, porque este lo hace por pura devoción, y da todo lo mejor de si, sus mejores pensamientos y sentimientos por poder, simplemente, creer. Tampoco las razones para no tener fe podrán convencer al creyente. Porque como ya he dicho anteriormente, la razón no es aplicable al asunto de la fe.
Porque al fin y al cabo, el fiel lo único que quiere, es no sentirse solo, a la hora de afrontar el mundo.
(Amar y ser amado.)
Todo lo demás sobra.

Qué curioso es.
Cambiar fe por amor, y creyente por enamorado. Y creer por estar enamorado.


Probablemente sean los dos sentimientos más interesantes que ocasionalmente albergo en mí.
Dignos de mención. Y tras terminar Toradora, esta idea me ha golpeado más clara que nunca.
Aunque Ryuuji no pueda entender por qué Taiga se marcha, no le importa, porque la ama. Y en el fondo de su corazón Taiga sabría, que no necesitaba ser entendida por Ryuuji, porque con que una sóla persona la comprendiera, estaría bien. Ella misma.
Sólo Dios puede entender sus misterios. Sin embargo, están ahí. Y el fiel sólo se puede limitar o a creer, o a no hacerlo.

Sé que no he conseguido explicar lo que pienso al respecto como me hubiese gustado, y probablemente esto parezca una paranoia del quince. Pero, ¿sabéis? No necesito ser comprendida. Y me sobran todas las razones ahora mismo.
Porque lo único que quiero hacer en este momento, es seguir creyendo.


''...A veces me pregunto, cómo se puede querer y sentir tanto por alguien...''

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